Es así como de regreso en aquel vuelo chéster, de primera clase, sentada en las sillas más cómodas al lado de la ventana y acompañada de una excelente comida, llegan un sinnúmero de recuerdos a su mente, según lo describe Alejandra Rodas.
Su vida no estuvo llena de las mejores comodidades, aunque tampoco paso por las peores penumbras, pero sus 23 años de edad estuvieron marcados por altibajos, caminos con espinas que en muchas ocasiones lograron crear en esta joven universitaria una tenacidad constante.
En su niñez se acostumbró al mundo de princesas en el que vivía, pues su padre Fernando Rodas, al que recuerda entre alegrías y tristezas, fue el encargado de suplir cada una de sus necesidades y caprichos exigidos. Es inevitable ver como sus ojos cafés oscuros, reflejan un aire de melancolía al narrarnos cómo fue que llego a su mágico mundo el ogro de este cuento.
Fue el 1 de noviembre del año 1996, el día que su vida se partió en dos, cuando su padre después de 3 largas semanas de molestias en su cuerpo y de practicarse varios exámenes para poder el saber el motivo, recibe una noticia que acabaría con su vida, un cáncer había invadido su cuerpo.
Decidimos suspender por unos minutos nuestro conversatorio con Alejandra debido a su inconsolable llanto, pues todavía el hablar de su padre le causa sentimientos confusos que no logra describir, ella aun no entiende como la vida se encargó de llevarse una persona tan noble y sincera en cuestión de 30 días, causando tanto dolor en una familia hasta lograr su división.
Inicia nuevamente su relato diciendo que la escuela se convirtió en aquel salvavidas para sus padres, pues la enviaban desde muy temprano para evitarle el sufrimiento de ver a su padre desvaneciendo ante la enfermedad; sin embargo su sombra siempre se reflejaba en las noches cuando entraba a aquel cuarto prohibido, sentándose al lado de su padre a leerle aquellas historias que en algún momento él le leyó, mientras él le prometía cada noche, que todo iba a estar bien y que pronto volverían a salir para recibir los rayos del sol y jugar en compañía de ella en el parque, como solían hacerlo meses atrás. Lastimosamente sus promesas no se cumplieron y unas semanas después se encontraba sentada, no con un cuento en la mano sino con una cadena que su padre le entregaba en el momento de la agonía, diciéndole que se cuidara, que él ya se iba y que lo disculpara por no poder compartir con ella el día en que se celebraran sus 15 años, pero que conservara esa cadena, porque ese sería el único puente que los uniría para siempre.
El día de su funeral, Alejandra recuerda haberse estrenado un lindo vestido rosa que en el cumple años pasado una de sus tías le había obsequiado, pero que por órdenes de su madre nunca se había puesto esperando una ocasión especial, y sí que fue especial aquel momento, dice Alejandra, porque aunque muy triste fue el momento que más marco su vida y le dio riendas a su camino.
A pesar de contar esta situación tan dolorosa y desalentadora, Alejandra alzo la vista y con una sonrisa nos explicó el motivo de su repentino cambio de gesto. Su juventud estuvo enmarcada por su trabajo como ayudándote en una tienda vecina, y el poco dinero que obtenía de él, lo gastaba comprando lo necesario para lograr saciar sus caprichos de niña, no tuvo muchas travesuras, pero no niega que la paso feliz porque a pesar de haber sido a muy temprana edad, este tiempo y las circunstancias la obligaron a aprender con rapidez a madurar.
Su madre, Patricia, más que su compañera y amiga, fue la motivación para salir adelante y luchar por su familia, pues la pujanza y el respeto hacia su madre fue el legado que Fernando le inculcó toda su vida.
Entre todo lo contado hasta el momento, la mujer de 23 años, sentada frente a nosotras dijo con vos firme:“Dios fue nuestra compañía y eso es algo que siempre tendré presente, yo pude perder mi padre pero nunca mi familia, mi madre y yo si nos distanciamos un poco debido a las extensas jornadas de trabajo de ella, pero esto no fue impedimento para que el cariño creciera y se hiciera más firme, además mis familiares tanto paternos como maternos fueron un gran apoyo y lo siguen siendo, por estas personas mis 24 y 31 de diciembre no fueron tan trágicos, aunque sí muy duros ya que en este momento me atrevo a decir frente a ustedes que desde que a uno le haga falta alguien de la familia y mas tan cercano como un padre uno no se siente completo, es como si una parte del cuerpo faltara pero en este caso era una parte de mi corazón la que no se encontraba, aunque era remplazada por aquella cadena que algún día me fue entregada.”
Así transcurrieron todos sus años de vida y en cada uno de esos ella aprendía la manera de cómo luchar por ella y por su madre, de esta forma logro terminar un bachillerato con honores y después de varios intentos para pasar a la universidad que le robaba sus sueños, Alejandra logro convertirse en una estudiante más del Alma Mater, comenzó su primer semestre de trabajo social, su principal motivación para estudiar esta carrera fue el ánimo de ayudar las persona, brindar un mano amiga en un momento difícil y buscar en compañías de los seres afectados una solución a todas las problemáticas por las que pasaban.
Con muchas dificultades, ya que a pesar de que el semestre le era relativamente económico, los pasajes sobrepasaban su presupuesto, obligándola a vender dulces y accesorios en las aulas de clase para así ayudarse económicamente. En algunas ocasiones su madre preparaba postres de diferentes sabores y se los vendía a sus compañeros y profesores más allegados, utilizando este dinero en fotocopias y libros que le pedían en diferentes materias.
Entre todos estos avances y retrocesos de su vida llega una sorpresa que la haría mirar con otros ojos y sentir un cosquilleo en el estómago que nunca había sentido, Sergio Castaño el encargado de cambiar los pálpitos de su corazón y la orientación de su vida.
Desarrollaron la historia de amor durante 8 semestres de su carrera y aún continúa, para lograrlo tuvieron que pasar por una prueba de fuego que consistía en un año de distanciamiento físico, mientras Alejandra se encontraba de viaje en Norteamérica.
Todo comenzó debido a que Sergio al ver la situación en la que su novia vivía, decidió animarla y convencerla en presentarse al programa Cultural Care Au Pair, que se encarga de capacitar estudiantes universitarias que mínimo hayan cursado el 3 semestre de un pregrado y que quieran irse por un año a perfeccionar su segunda lengua a los Estado Unidos, lugar en donde a su vez, trabajaran en una casa de familia cuidando y guiando los niños de este hogar, trabajo que es muy bien remunerado.
Sin embargo esto no era lo más importante del programa puesto que lo que llamo la atención de Alejandra era el acompañamiento de un curso de ingles completamente gratis, donde perfeccionaran su gramática y léxico para poner en práctica en su país natal.
Aunque al principio Alejandra sintió temor, el suspender por un tiempo su carrera, dejar a su madre, novio, familia y aparte de eso partir vivir en un país desconocido, sus ganas de salir adelante y conocer nuevos lugares y culturas fueron mayores decidiendo así arriesgarse y comenzar el proceso de selección.
Realizo antes que nada una investigación sobre los requisitos necesarios para poder entrar en el programa y cumplirlos a cabalidad. La edad estaba perfecta, su nivel de idioma aunque no era el mejor, si cumplía con los conocimientos básicos requeridos para presentar la entrevista que se le haría el último día del proceso. También presto una labor social por 500 horas, en una guardería cercana de su casa, ayudando y aprendiendo el cuidado de estos pequeños hasta conseguir un papel que certificara su trabajo prestado ante el programa Cultural Care Au Pair.
Uno de los requisitos que más la preocupaban era el de tener licencia de conducción, por ende saber manejar, entonces busco a su tío para que le enseñara lo básico de conducción y así poder sacar el pase, y aunque con una sonrisa nos cuenta que no fueron para nada fácil estas clases, pues el mal genio de su tío que era desencadenado por los nervios, creaban en ella un toque de inseguridad y temor de chocar el carro o lastimar algún peatón, pero entre risas Alejandra dice: “lo más importante es que aunque sea ya soy capaz de prender el carro y moverlo aunque sea unas cuantas cuadras”.
Luego de cumplir con todos los requisitos le comenzaron a llegar ofertas de familias estadunidenses que conocían su proceso, sus fotos y videos que el programa había organizado como carta de presentación de esta nueva niñera. Aunque no niega que las propuestas de las familias que habitaban en Miami le eran muy llamativas, siempre las descartaba por ser un lugar en donde encontraría muchos latinos y no sería muy aconsejable para sus clases de inglés. Opto por elegir un peculiar hogar de un pequeño pueblo a las afueras de New York, Seattle. Una familia conformada por madre, padre e hijos.
Empaco maletas y viajo a new york en busca de una segunda familia y la forma de ampliar sus conocimientos, aunque suspendió sus estudios tenía claro que la pasión la llevaba en la sangre y se encargaría de aplicar todo lo aprendido con sus nuevos pupilos dos lindos gemelos, Rhodes y Westde 4 años de edad.
Antes de llegar donde su nueva familia, fue llevada en un programa de entrenamiento de 4 días en una escuela que el programa tiene en Long Island en el estado de New York. Allá le enseñaron los cuidados básicos y como interactuar de manera fácil con los niños y con la familia anfitriona, tema que le preocupaba a Alejandra, dice, pues sabía que no sería fácil llegar a invadir un espacio ajeno, con personas de otra cultura e idioma.
“La escuela es hermosa, tipo película, cuando llegue temblaba de los nervios, me parecía un sueño, el estar rodeada por tantas jóvenes de mi edad que habían ido en busca de lo mismo, habían asiáticas, argentinas, colombianas y hasta chilenas, era un encuentro de un montón de culturas” nos dice Alejandra mientras no para de sonreír y al mismo tiempo se le encharcan sus ojos, pero de emoción, nos aclara, pues jamás en la su vida pensó conocer un lugar tan bello, ella pensaba que estaba soñando.
Por fin se había llegado la hora, era el momento de conocer su nueva familia, con la que compartiría un año de su vida, sus manos le sudaban, el susto y la emoción le invadían su cuerpo, no sabía que ropa ponerse y solo deseaba que las cocadas que les llevaba de detalle les gustara para que así su nueva vida tuviera un dulce comienzo.
El encuentro fue todo un éxito, aunque al principio dice Alejandra, “fue un poco incómodo, porque teníamos algunos problemas con el idioma, pero durante la cena que me tenían preparada de bienvenida, logre desvanecer esa barrera que nos separaba y por fin descanse cuando vi que de verdad si le habían gustados las cocadas que les llevaba de mi país natal.
Pero antes Cuando llego al lugar previsto entendió que este era como el inicio de otra historia de vida, otra oportunidad donde tendría la posibilidad de tener una segunda familia y podría relacionarse con otro prototipo de papá aquel papá que no tuvo la posibilidad de disfrutar; esto lo comprendió el día en el que por el cambio de clima tuvo complicaciones de salud, pero al no tener a su familia natal cerca conoció las virtudes de su nueva familia, pues estos se encargaron de cada uno de sus cuidados, brindándole todo el apoyo y la compañía requerida.
Aunque le hacía falta la comida hecha por su madre, le fue fácil acostumbrarse a los enlatados y comidas rápidas.
Sus clases de inglés las comenzó a la siguiente semana de haber llegado, todas las tardes después de terminar su jornada laboral, Alejandra partía en un carro que le había sido prestado por la familia para hacer más cómodo su trayecto y evitar perderse en este pequeño pueblo, pues aún no lo conocía bien.
Además de esto en cada viaje realizado por la familia esta era incluida,así que tuvo grandes ventajas y pudo conocer y ampliar más su conocimiento cultural y a l vez practicar se segunda lengua.
Pero siempre en todos estos debía disfrutar del paseo pero antes que todo cumplir la labor de cuidar a su dos gemelosque para ese entonces se habíanrobado todo el cariño de ella pero aquel año que otorga el programa para aprender lo posible se estaba terminandoy pasaba tan rápido como las 4 estaciones, así que poco a poco llego el momento de empacar nuevamente sus maletas y despedirse de la familia adoptiva , este momento fue el másdifícil de todos ya que el sentimiento había crecido tanto entre ellos que era inevitable no dejar correr lagrimas por sus mejillas.
Los gemelos que vio y ayudo a crecer durante un año solo le pedían que no se fueraque ellos no querían otra niñeraentre las 4 anteriores que habían tenido esta fue la que logró cautivar por completo su atención pero lastimosamente estas suplicas no funcionaron porque como ya lo había acordado ella con debía regresar en el lapso de 1 año para brindar todos los conocimientos adquiridos a la sociedad de su país y terminar aquellos estudios que había suspendido tiempo atrás.
Y así fue Alejandra rodas se trazo una meta que cumpliría al llegar a Colombia y era la de cumplir su labor como trabajadora social que era lo referente a su estudio, pero ella agregaría alas diferente pues antes que nada iniciaría un pequeña academia de ingles para ayudar las personas menos favorecidas pues estaba a acostumbrada a ver en este tipo de trabajos, personas víctimas de la violencia, con conflictos familiares los niños abandonados esperando el ser adoptados por una familia; así que a todo esto decidió darle un toque mágico según lo llamo y entregar un poco de alegría entre tanta tristeza.
El poder lo adquiere la persona que conoce y ese poder lo iba a transmitir ella al brindar conocimiento en una segunda lengua y de gran importancia como lo es el inglés, así que emprendió su salida del estado de new york hacia sus ideales que estaban en Colombia.
Ahora de regreso observando por la ventana de aquel avión hace un recorrido por todo lo que ha sido su vida y lo que será a partir de este momento y aunque la experiencia que vivió es única y sabe que jamás la podrá repetir, está feliz antes que nada de haber conocido una familia tan especial y amigable con la que compartió y aprendió hacer independiente . Del inglés ni hablar, ahora es toda una experta en el modo conversacional y está segura que luego de que retome su carrera y logre terminarla será una fuerte competencia para los colegas que aún no manejen un segundo idioma.